Confinamiento e interacción con nuestros niños

Confinamiento e interacción con nuestros niños

En redes sociales, apareció un chiste que dice que “esta pandemia es una mega razón para no tener niños”.

Estoy lejos de desconocer el cansancio que genera criar o cuidar a otras personas, pero aun sí te propongo que tener niños es al mismo tiempo una “mega oportunidad”.

Para que entiendas a qué me refiero, te hablaré de distintos modos de relacionamos con nuestros niños en esta época de confinamiento, y para ello tengo que hablarle también al niño o niña que habita en tu interior.

Estar confinados, voluntariamente o por cuarentena, implica una tensión entre al menos tres preocupaciones:

  1. mantenernos con vida
  2. seguir generando los recursos para sostener nuestras vidas
  3. lograr que nuestras vidas sigan valiendo la pena ser vividas

Hay muchas personas que desgraciadamente se están debatiendo sobre todo en la primera de estas necesidades, y ellas requieren otro tipo de apoyo.

Pero también habemos personas que tenemos más opciones, y ahora sí quiero dividirlas en dos:

una primera gran opción, es replegarnos emocionalmente, y apartar la mirada de lo que está pasando, o sobre reaccionar con ira o pánico

la otra gran opción, es compartir el dolor que implica retroceder en nuestras libertades personales, así como detenernos en nuestra fragilidad, en las de los demás, y abrirnos creativamente a lo que viene.

En la primera opción (del repliegue), perdemos capacidad de relacionarnos propositivamente las cosas que nos están sucediendo a nuestro al rededor, y difícilmente empatizamos con las cosas que les están pasando a nuestros niños también.

Te doy algunos ejemplos:

  1. Los adultos estamos sometidos a la incertidumbre de cuándo y en qué condiciones volveremos a salir a la calle; los niños también, y además están sometidos a los vaivenes de los ánimos de los adultos
  2. Los adultos estamos expuestos a la doble presencia laboral; los niños también, entre el tele-colegio y la casa
  3. Los adultos sentimos temor por algunas noticias que andan dando vuelta; los niños también, y además les cuesta más diferenciar qué es fantasía y qué es realidad
  4. Los adultos hemos dejado de movernos y nos hemos vuelto más sedentarios; los niños también, en una época en que están cimentando la relación con sus propios cuerpos
  5. Los adultos hemos perdido el contacto estrecho con otra gente; los niños también, y además en una época en que recién aprenden quienes son en el mundo
  6. Los adultos estamos sobre-expuestos a las pantallas; los niños también, y además nos cuentan con los circuitos para desengancharse plenamente desarrollados

Pero ahora viene el centro de la cuestión: si bien los niños dependen de nosotros, y no pueden esconder su fragilidad tanto como nosotros los adultos, también son especialmente sensibles y creativos.

Posiblemente tú no tengas certezas sobre lo que se nos viene, así como yo tampoco las tengo, y por eso mismo necesitarás sacarle partido a tu creatividad.

Jugar implica conectarnos profundamente con lo que somos, y esto alivia a los niños porque les permite aprender a simbolizar sus experiencias, pero también nos permite a los adultos sacudir nuestras viejas certezas, y considerar nuevas perspectivas de las cosas, y de lo que verdaderamente importa.

De manera que jugar con tus niños es más que ser compasivo con ellos: es hacerte un favor a ti mismo/a también.

Si puedes hacerlo, hazlo.

Si, en cambio, notas que las demandas de tu vida actual te sobrepasan, o que te inundas con dificultades pasadas poco elaboradas, pide ayuda.

¡A seguir Sigamos cuidándonos!

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