Qué hacer como padres frente a Momo
En esta oportunidad no respondo a una pregunta enviada por escrito, sino a la consulta de algunos amigos que, teniendo hijos pequeños también, se me han acercado preocupados ante la posibilidad de que ellos hubieran visto y escuchado a Momo, este personaje siniestro que incita gráficamente a dañarse, a dañar a otros, y que amenaza para que no cuenten a los padres.
A continuación, expongo varias ideas para animarse a conversar con los hijos sobre estas amenazas:
A) Informarse
B) Sopesar la información y encontrar un espacio de serenidad interior para intervenir
C) Disponerse a conversar con los pequeños
D) Conversar con ellos, atento a lo que nos comunican
E) Tomar medidas
Revisémoslas paso a paso:
A) Informarse:
- Después de investigar en internet, me enteré de que “Momo” habría comenzado como un usuario o grupo de usuarios de redes sociales que incitaba a niños y jóvenes a realizar acciones progresivamente más peligrosas, buscando que llegaran a dañar a otros o a ellos mismos.
- En algunos sitios le bajan el perfil a este fenómeno, o lo tratan como un mito para generar “pánico moral” (un ejemplo de esto es Wikipedia).
- Sin embargo, durante 2018 algunos medios de noticias nacionales comenzaron a alertar sobre casos de niños que aseguran haber sido contactados a través de Facebook o WhatsApp para alentarlos a hacer estos desafíos y para amenazarlos (por ejemplo, en 24 Horas).
- A fines de febrero de este año, se emitió una noticia que alertaba sobre la inserción de mensajes de Momo en medio de videos para niños pequeños, en YouTube e incluso en YouTube Kids (T13).
- Como psicólogo que atiende niños, recibí la alerta de amigos y de colegas, y decidí sondear esta información. Para mi sorpresa, descubrí que algunos niños a los que les pregunté efectivamente sabían de qué les estaba hablando, y se me ocurrió entonces escribir estas líneas.
B) Sopesar la información y encontrar un espacio de serenidad interior para intervenir:
- En este mundo, querámoslo o no, hay personas mal intencionadas o psicopáticas.
- Aceptar este hecho no implica que tengamos que desarrollar un actitud paranoide o depresiva frente a la vida en general.
- Sí implica que debemos estar dispuestos a mirar e integrar esta parte dolorosa de la experiencia humana, para tomar medidas que nos protejan a nosotros y a nuestros niños.
- Las personas psicopáticas suelen tener historias tempranas de manipulación, abusos de diferentes tipos y tratos crueles en general (no todas), en ausencia de otras personas que pudieran reconocer sus sufrimientos y sacarlos de ahí. O, peor aún, con la presencia de otros adultos que prefieren no enterarse.
- Estas personas normalizan lo que han vivido, y malentienden que la vida se trata de víctimas y de victimarios. Replican las conductas de sus abusadores para sentirse omnipotentes e impunes frente a los ojos de nuevas víctimas desamparadas, buscando ganarle a la angustia que antes los paralizaba a ellos, pero terminando identificados con sus abusadores, victimizando a otras personas, y perpetuando un círculo traumático.
- Seamos claros: nada de lo que he escrito hasta acá justifica las conductas psicopáticas. Lo único que sí hace es permitir entender la cuota de responsabilidad que el mundo adulto tiene frente al desarrollo de todos los niños de nuestra sociedad, y no retroceder.
- Para empezar, entonces, debemos estar dispuestos a encarar esto, a no dejar completamente solos a los niños, y a tomar medidas de protección junto a ellos.
C) Disponerse a conversar con los pequeños
- Negar un peligro, o minimizarlo, no hará que el peligro desaparezca. Lo que sí hará, es dejar a un niño solo frente al peligro.
- A la inversa, conversar con un niño sobre el peligro no hará que arruinemos su inocencia, o que pasemos a ser nosotros quienes lo exponemos al peligro, como si lo estuviéramos contaminando con una especie de sobre-reacción. Muchas veces, sentir miedo es adaptativo, y conversar es parte de prepararlos frente a la vida.
D) Conversar con los pequeños, atentos a lo que nos comunican:
Para quienes aún no se sientan seguros de cómo abordar este tema, sugiero leer la siguiente secuencia, para tomar lo que les sirva a su estilo y lo que pueda servir a sus niños:
- Mostrar una imagen de “Momo”, y preguntar con naturalidad si la conocen y qué saben de ella. No basta con preguntar si conocen a Momo”, porque posiblemente un niño no conozca o no recuerde su nombre. Tampoco conviene mostrar directamente un video de los que andan circulando, porque ahí sí podríamos estar exponiéndolos a innecesariamente a un material inapropiado, y cargado de estímulos.
- Atender a la respuesta verbal del niño (si dice haberlo visto o no), pero también su respuesta no-verbal: expresiones faciales de temor, tendencias a apartar la mirada rápidamente, congelamiento, inquietud u otros signos de nerviosismo que puedas reconocer en tu hijo, debiesen alertar frente a la posibilidad de que conozca el material.
- Si el niño dice que no lo ha visto, pero su actitud es de temor, recuerda (para ti) que este personaje amenaza con dañar a los padres si el niño no le hace caso, o si le cuenta algo a los padres. Es importante entonces enfatizar al niño con amabilidad que estas preguntas son para cuidarlo mejor, que no se le va a retar, y también comunicarle la discrepancia que uno nota, entre lo que dice con sus palabras y lo que a nosotros nos parece que dijera con su cuerpo.
- Si el niño dice que sí lo ha visto (espontáneamente o después de conversar un poco), es importante preguntar qué es lo que ha visto, qué es lo que ha escuchado, y qué piensa de eso. Ojalá hacer preguntas abiertas que inviten a que el niño hable. En este sentido, es diferente preguntar “¿qué pensaste cuando viste a ese mono?”, a preguntar “¿le creíste al mono lo que dice?”. Una pregunta como la del primer ejemplo, permite a un niño expresarse espontáneamente y evaluar si realmente estamos dispuestos a escucharlo, mientras que una pregunta como la del segundo ejemplo sólo sirve para que confirmemos nuestros propios prejuicios, y no aporta nada.
E) Tomar medidas:
- Si el niño dice que no lo ha visto antes, y su actitud es de ingenua curiosidad, o bien si ya ha comentado lo que sí ha visto, sugiero dar espacio para escuchar sus preguntas, para responderlas, y luego explicarle con naturalidad dos cosas. Primero, que ese mono es un dibujo, que está hecho para asustar a los niños, pero que en realidad no puede hacer nada porque no existe fuera de la pantalla. Y segundo, aprovechar la oportunidad para explicar que en la vida a veces la gente hace cosas malas como inventar estos monos que asustan, pero que la mamá y/o el papá están atentos para cuidarlo, para enseñarle a cuidarse, y que la próxima vez que vea algo que lo asuste, le genere asco, vergüenza, u otra sensación que lo perturbe, lo cuente para entenderlo juntos.
Finalmente, sugiero encarecidamente no dejar solo a un niño frente una pantalla, y menos a un niño pequeño. Hay un riesgo emocional, como hemos visto, pero también se ha comprobado que altera la maduración de los circuitos responsables de la atención. Esto último seguramente daría para otro post.