Niños que hacen bulliyng

Niños que hacen bulliyng

bullying

Hola. ¿Te has preguntado por qué algunos niños y adolescentes hacen bullying a otros en el colegio? (si prefieres, míralo en Instagram).

Creo que se le está dando cada vez más atención a quienes resultan víctimas directas de estas conductas, y claro que eso es importante, pero también creo que tiende a quedar en la nebulosa lo que les pasa a los jóvenes que llegan a actuar sistemáticamente mediante la violencia.

El bullying es un problema difícil de pensar, quizás porque es doloroso, pero necesitamos contar con un panorama que nos permita intervenir de una manera suficientemente comprensiva.

En este breve video, te sugeriré cinco dinámicas que repiten los niños que se vinculan mediante la violencia activa, y que podemos observar con ayuda del psicoanálisis, empleando un lenguaje lo más claro que pueda, pero sin perder profundidad: estratificación social; suplir una falta de límites; identidad negativa; identificación con el agresor; psicopatía.

Me interesa que tengas herramientas conceptuales para diferenciar escenarios, y para analizar opciones que te permitan acercarte, como educador, como padre, o como adolescente.

1. Estratificación social

Comenzando por lo más sencillo, una primera motivación para agredir a un compañero de curso puede surgir de la búsqueda básica de medirse con los semejantes, y establecer jerarquía al interior de un grupo de niños que inicialmente no tienen relación.  

Se trata de dinámicas de sumisión muy comunes en varias especies de animales, y curiosamente también entre los niños pequeños, donde el valor de cada individuo está dado por una mayor o menor capacidad física.

Aquí, las luchas aparecen como un juego que estimula el desarrollo, y también como un medio para alcanzar y mantener una posición de privilegio al interior del grupo.

Desde el psicoanálisis, se trata de relaciones narcisistas, donde el otro es visto como una especie de espejo al que se le exige admiración, sin reconocerlo como a alguien cualitativamente diferente. Esto lo han trabajado filósofos como Hegel, y psicoanalistas como Lacan.

Estas dinámicas están marcadas por la idealización, la envidia y la devaluación del otro, y son hasta cierto punto parte del desarrollo de cualquier persona, que se van encausando mediante el recorte paulatino del narcisismo, y la educación en valores como el trabajo colaborativo y el respeto por las diferencia.

2. Suplir una falta de límites

Cuando no aparece algo que contenga y regule la agresividad; cuando no hay adultos que pongan atajo a la omnipotencia imaginaria de un niño, y en cambio la inflan; o cuando los mismos adultos se presentan como modelos de personas que están más allá de los límites, se pueden instalar dinámicas con características sadomasoquistas, donde la sana agresividad queda pervertida.

Lo que encontramos acá son niños que no buscan dañar o resultar dañados por un compañero, como pudiera parecer, pero sí controlar al otro, sin un nivel de confianza básica que les permita abrirse a relaciones prosociales, donde el uso de la agresividad se pueda regular.

Cuando se trata de niños mayores, el bullying físico puede ir cambiando hacia una violencia más psicológica y por tanto hacia una violencia menos visible. Hay niños que se sienten llamados a reprender o castigar a otros, y que experimentan placer por imaginarse superiores, a la vez que creen cumplir con una especie de sentido del deber, que los hace híper moralistas, aunque sea difícil de ver.

De paso, digamos que también hay niños que provocan que los maltraten, como víctimas propiciatorias que también buscan forzar o controlar que aparezca algo que los contenga externamente. Freud en este caso hablaría de una búsqueda inconsciente de castigo, o de masoquismo moral.

3. Identidad negativa

Esta es otra forma de un niño para escapar del dolor de no sentirse suficientemente tomado en cuenta, aunque es quizás más desesperada, porque lo lleva a asumir que la poca consideración se debe a que él o ella es malo, y a comportarse de un modo que confirme esto.

Es el caso de algunos niños más oposicionistas y también disociales, que pueden molestar a otros con el propósito de estabilizar un precario sentido de sí mismos, aunque sea ganándose el rechazo del mundo adulto, o de sus mismos compañeros.

A veces, «portarse mal» puede ser la única forma que se encuentra de ser mirado y sentirse real. Otras veces, provocar a un compañero o a un profesor puede ser una forma algo extrema también de sentirlos a ellos reales, y así topar con una realidad externa.

Como sea, acá vale recordar a Winnicott, quien señalaba que la conducta disocial constituye un llamado de auxilio, que contiene un signo de esperanza.

4. Identificación inconsciente con el agresor

En esta dinámica, ya más grave, encontramos a niños que no sólo están creciendo en ambientes negligentes, sino que han sido maltratados activamente durante su desarrollo.

Cuando el ambiente que debe proteger a un niño funciona paradójicamente como aquello que lo amenaza, se produce una situación imposible de resolver para el niño, con un alto poder traumatizante, como enseña la teoría del apego.

Pero cuando además el ambiente desmiente lo que el niño o niña ha vivido, ataca su percepción, como remarcó Ferenczi, y esto instala un mecanismo perverso en su psiquismo.

En estas condiciones, que constituyen una verdadera tortura, un niño puede maltratar a otro como forma de intentar entender lo que han hecho con él, o de dominar lo que siente dejando a otro en la posición de víctima, o al menos evacuarlo con sus conductas, ya que no ha desarrollado o ha perdido la capacidad de elaborar psíquicamente lo que le ocurre.

De cualquier modo, como decía Dolto, los síntomas de los niños tienen una dimensión ética, porque denuncian algo de lo que como adultos no nos hemos responsabilizado.

5. Psicopatía

Aquí aparece un problema mayor, si se instala lo que Freud describió como “ganancia secundaria de la enfermedad”.

Si no ha habido intervenciones previas que resulten exitosas, y rescaten a los niños del círculo de soledad y hostilidad en que pueden mantenerse arrojados, y al revés se ha ido consolidando una identidad negativa, a estas alturas los niños (o ya no tan niños) aprenden que hacer bullying les puede traer beneficios, como poder, estatus, dinero o eximirse de responsabilidades.

Cuando esto se refuerza, es más difícil querer cambiar, aunque aparezca la posibilidad.

En esta dinámica más psicopática, algunos jóvenes adulan o maltratan a otros instrumentalmente, con el fin de para obtener algo sin trabajar por ello.

En otras ocasiones, alguno jóvenes resultan maltratados como venganza por intentar salirse de este sistema, cuando antes sí fueron parte. Es parte de una dinámica ya mafiosa.

Todas estas dinámicas que explico, y tantas más, cada una con sus particularidades, suelen despertar mucha rabia, temor, y acaso también vergüenza en los padres. Imagínense lo que genera en los mismos niños.

Personalmente, dudé en hacer este video, porque podía resultar crudo para algunos, pero al final persevero, porque mantengo que es importante abrirnos a mirar lo que pudiera pasar frente a nuestras narices, siempre en un espíritu de afrontarlo colaborativamente y mejorar.

Si tienes dudas, o inquietudes, busca más información, o escríbeme.

Saludos!

Sígueme en:

Deja una respuesta

error

¿Te sirvió esta información? Compártela